5.
A
Josefina la conocí cuando éramos bien pibas.
La conocí dentro de la casita donde
ella era arquitecta y yo chef
Con Josefina nos pintábamos los labios
y jugábamos al fútbol
Nos tomábamos la mano en la merienda
y yo me ponía nerviosa al verla llegar
con el pelo vainilla en trencitas
esas que yo no me sabía hacer.
Me sentía bien con Josefina.
Pero
el kinder se pasó rápido
y me mandaron a otros colegios
donde Ellas me molestaban por jugar al fútbol
y Ellos no me dejaban jugar por vestir rosa.
Como Ellos ocupaban la cancha
me sentaba con ellas,
mis amigas,
y mis piernas perdieron fuerza.
En el poco espacio que nos dejaban
mis amigas me hacían trencitas
y yo les pintaba los labios.
Recuerdo que nos enorgullecíamos
porque era nuestro propio lugar
como si fuera algún tipo de victoria
tener 5 m2 de cemento.
Descubrí
mis injusticias, las nuestras
empecé a marchar por ellas
y descubrí que nos dejaban el mismo espacio de cemento,
que Ellos tenían los micrófonos
y las banderas
porque tenían fuerza,
habían podido jugar en los recreos.
Descubrí que nos robaban las palabras
las voces
y que teníamos que estar agradecidas
porque era algún tipo de victoria.
Hace
un tiempo, unos chongos
me empujaron en una marcha
y una piba de pelo como el sol
me agarró.
El pañuelo verde le recogía el pelo trenzado
y tenía los labios violeta.
Me tomó la mano como en el kinder,
porque de la mano se toman los patios,
y me ofreció brillo
Con el valor que me dio
me hice un enredo.
Esos
besos con purpurina
eran la única victoria que me valía la pena.
Sentí nuestras luchas y nuestras palmas
trenzadas
Josefina todavía sabía al sudor del fútbol
y a labial de juguete
ahora también sabe a mujer,
a rebeldía,
a furia y justicia.
De la mano como en la merienda tomaremos toda la cancha.
Ahora que estamos juntas.
Ahora que sí nos ven.
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