Transmutación
Volvería
a ser piedra.
El pensamiento aquel que circundara al mundo
completamente ebrio. La luz.
La panacea agreste del viento en el tejido.
El hombre que calmara, que abrevara la fe,
el cuenco de la mano, funesto, ya vencido.
La sempiterna lucha del hombre por el hombre.
Y ahora regresar,
volver tal vez de nuevo a la tierra de origen,
comenzar desde cero la divina parodia.
Fluir constantemente hasta el vértice exacto,
el fuego, tan vital, lamiéndonos la voz
y, entre el silencio,
hormigas trabajando agriamente ese cuerpo
hasta dejar disolviéndose el ser
entre otro ser que gire, sempiterno.
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