Mis lectores
Un viejo vagabundo en Addis-Abeba
Que ha conquistado muchas tribus,
Me envió con un lancero negro
Un mensaje hecho con mis propios versos.
Un teniente que ha dirigido decenas de combates,
Cierta vez en el mar del sur,
Bajo el fuego de baterías enemigas
Me leyó toda la noche mis versos.
Un hombre que entre la muchedumbre
Le disparó a un enviado del zar
Se acercó a darme la mano
Agradecido por mis versos.
Muchos de mis lectores son fuertes, perversos y alegres,
Asesinos de hombres y elefantes,
Pueden morir de sed en el desierto,
O congelarse al borde del eterno hielo;
Son leales a nuestro planeta
También alegre, fuerte y perverso,
Y llevan consigo mis libros en sus bolsas de viaje
Los leen en los palmares
O los olvidan en los barcos que naufragan.
Yo no ofendo a mis lectores con mis neurastenias,
Ni los vejo con mi ardor espiritual,
No los canso con insinuaciones serias
Cuyo fondo no vale la pena.
Pero cuando alrededor silban las balas,
Cuando las olas rompen la borda,
Les enseño con mis versos a no temer,
A no temer y hacer lo que corresponda.
Y cuando una mujer de rostro hermoso
Sintiéndose la más bella del universo
Les dice que ya no los ama,
Yo les enseño entonces a sonreír,
A marcharse para no regresar jamás.
Y cuando llegue a mis lectores su última hora,
Una bruma roja y exacta cubrirá sus miradas,
Entonces les enseñaré a recordar
La vida cruel y bondadosa,
La tierra ajena y natal
Y les mostraré cómo comparecer ante Dios
Con palabras sencillas y sabias
Y a esperar de él, tranquilamente, su juicio.
Versión
de Jorge Bustamante García
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