Nochebuena
Al
tenue resplandor que derramaba
el astro de la noche, en la coqueta
polvorosa ciudad, yo caminaba
con la calma de un viejo anacoreta.
Mientras
veía de placer inquieta
la alegre muchedumbre que ambulaba
melancólicamente, en la secreta
angustia de los pobres meditaba.
¡Cuántos
habrá –pensaba en esta noche,
cuando haciendo de júbilo derroche
ruedan las almas en beodo enjambre–
que
en su tugurio mísero y sombrío
no hallen con qué abrigarse y sientan frío,
no encuentren qué comer y tengan hambre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario