martes, 9 de febrero de 2021

MARA ROMERO

 

  

 

Tambor lento

 

 

Camino por viejas calles
que aún recuerdan tu paso;
tambor lento,
sombra salida de urnas funerarias
me hacen beber el veneno de tus dudas,
invocan santos a quien nadie reza,
obligan a refugiarme en el almacén de insomnios
donde guardo mis noches,
y en un parpadeo,
distingo tu imagen borrosa a través de una lágrima;
tus caricias se vuelven hierba,
vidrio roto
que corta mi fe.

 

Nací con las manos marcadas,
profecía, indescifrable,
mensaje incompleto que cierra de golpe
la caja de errores amontonados,
y me llevan a un destierro ensayado de ti.
Tú, último intento por escapar de mis dobles,
mis otros yo
que también te siguen resentidos,
dependencia que lija
el ritual de amores,
mal uso de los corazones guardados
en los cuerpos del olvido;
aquellos restaurados por la esperanza
en nuestros encuentros,
cuando escarbo tu mundo,
resquebrajado remordimiento.

 

Pongo en guardia el sentido;
hago polvo la represalia,
y tu figura, ahora estatua de llanto,
confunde los carruajes
dirigidos por ángeles desterrados,
que buscan mortales para alimentar
su eterna muerte,
su vagar por el limbo sideral;
aquellos, que como nosotros,
sufren raspaduras por sus culpas.

 

Impresionante aparición
hace esconderme,
buscar un rincón tranquilo,
restaurar fisuras,
escapar del fango de tu desolación,
escuchar mi sangre
que cuenta una leyenda desconocida,
el olvido historia que me habita
desde el día que abrí los ojos,
adioses emperrados en la piel
que maduran con el paso espíritu
y me hacen reconocer tu interior inhabitado.

 

Cumplo la consigna,
escucho árboles
aun en contra de la risa burla.
Ahí, también mi voz te busca,
choca con tu pista,
descarrila tristezas,
me convierte en duermevela
de un amor programado,
mandamiento que sigo
a pesar de mis mareas.

 

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