Caligrafía
Las
casas,
los
animales,
las
personas
quedaron
desvaídas
desdibujadas
tinta
tenue en el lienzo
del
aire:
la
madre en el gesto
de
alcanzar la cuchara rebosante
a su
hijo;
la
intuición del poeta
reclinado
ante el blanco papel;
un
pétalo que se desprendía
de
la enramada;
el
primer beso de dos;
el
dragón de un quimono
calcado
sobre la piel de una muchacha;
el
bambú sin cortar; la ropa limpia
tendida.
Y la
cajita del almuerzo de Shigeru.
Las
manillas de la ciudad
ardieron
a las 8 y 16.
Por
el instante detenido
sabemos
que se ha escrito
lo
que vendrá.
De: “Las naciones hechizadas”.
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