El alimento de los dioses
Lo
que encierran los sueños
se agacha en los sepulcros
y se esconde en las grutas,
araña los tejados
y entretiene a los muertos.
Los
sueños se alimentan
con la envidia de la falta.
Y los guía un dios casi desnudo
con la lanza rota por la lengua.
Una
vieja dormida en su tristeza
pregunta a los demás por su destino.
Y un águila, cansada de los cielos,
asesina a un pastor en una cueva.
Reían
las mujeres en la noche.
Las sombras se agachaban con el día.
Y
era todo radiante como siempre.
La
multitud dio gritos de alegría.
Y
los buitres bajaban los cadáveres.
De: “Las reliquias de un sueño”
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