En
los cuadros de Edward Hopper
¿Podemos
detenernos aquí?
En la gasolinera
el medidor está en cero.
Por
toda la lavada
calle —hay que adivinar
lo que está sucediendo
tras las ventanas abiertas.
Un
rostro se desvía de otro rostro
arrastrado al resplandor
que un pueblo chico
se atreve a soportar.
Los
ojos pueden llenarse de lágrimas.
Del bosque podría surgir un lobo
con toda la intención.
Minamos
nuestras fuerzas
rastrillando hojas, con un café,
en una habitación por esa noche
o sentados calladamente
hasta
el amanecer. Las casas
retoman sus antiguas posiciones
en el viento.
De
golpe el soltarse de los abetos,
el decoro de nuestras vidas.
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