Cementerio
de vegadotos
A Aquilino Fernández (Quilino el de
Polio), in memoriam
No
pisarás la tierra de esos muertos.
Junto
a la noche extensa,
bajo
la indescifrable luna,
recuerda
sus canciones minerales,
cicatrices
azules, el remendado mahón,
la
introspección de los inviernos en sus miradas.
No
pisarás la tierra de esos muertos.
En
la frágil orilla de los días,
afirma
sólo aquel valor y sus palabras,
lejos
de la derrota de los hierros oxidados
por
el cansancio de la lluvia y el diente de la ortiga,
lejos
de la firmada liquidación de los principios y las obras,
lejos
del desamparo de las galerías cegadas
por
el lodo del vencimiento.
No
pisarás la tierra de esos muertos.
Sobre
la herencia grave de su desacato,
deja
que las raíces busquen lo profundo,
y
construyan los pájaros o las hormigas,
que
la niebla culmine el homenaje de sus bóvedas
y se
suelden los húmeros afines.
Descansad.
Descansad, vosotros los guerreros
de
los años de sílice y clandestinas lámparas,
cuando
el miedo envolvía las páginas y el pan,
cuando
los delatores cobraban sus treinta monedas
y
grandes coches negros vigilaban las esquinas
desde
una ceja, el látigo de los comisarios.
Descansad.
Descansad bajo tantos helechos,
al
lado de los peces milenarios
y
las vacas que pastan mansamente
nuestra
desolación y el abandono.
No
pisarás la tierra de esos muertos,
tú
que miras ahora la ceniza del paisaje.
De:
“Protesta y alabanza”
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