domingo, 22 de enero de 2023

CARLOS CALERO

 

 

Cuando la poesía no perdona

 

 

Poesía que estás en lo que aleja o traen las palabras, en el golpe inesperado de lo predecible, lo inhumano, lo sagrado, lo que se olvida; estás en el cascarón de eternidad y el grito de un niño sin carnes; estás en lo que aturde con tanto sol que seca el hielo, que priva de vida a una semilla entre las piedras semejantes a cajas con la memoria del cosmos; estás en una grieta sobre el hueso de los torturados; estás en la espiga de humanidad que traiciona su destino y se aísla, y no ve que el horizonte es ajeno y lejano, y cede al absurdo. Poesía, perdona tanto infierno, tanto paroxismo vano, tanto éxodo en las calzadas de un viaje hacia la nada, tanta traición para fingir un cielo, tanta profecía inútil y las ilusiones, tanta penumbra entre los ojos donde un gato o una loba reina explican el origen y misterio de la vida. Poesía, danos el sentido de la paz que olvidamos. Pregunta, obliga, exígenos respirar en la misma colina donde el milagro comprueba que la hermandad es posible. Poesía, danos el conocimiento y la fe que salvan. Y si todo no es así, nunca me perdones.

 
 
De la antología: “No basta fingir o imaginar que somos tigres”

 

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