miércoles, 25 de enero de 2023

IDA GRAMCKO


 

 

Exaltación del hombro mientras anda,

del pañuelo que acude hasta el que llora,
de las manos que suben hacia el alba.
Patetismo brutal, riqueza sola
de aquello que llamamos la nostalgia
donde se recupera el alma toda.
Fuera ya la añoranza.
¿Fuera? Jamás, pues fuera es vida propia.
Muerta en sí misma. Y la presencia irradia
precisamente como nuestra y otra.
Viaje de la pupila entre contrarias…
Lo que es otro y amado hasta su sombra,
lo distinto, el inédito, la extraña,
son movimiento, ritmo, trayectoria.
Pues ¿cómo el gesto se encamina y plasma
sino a través de cambios que se nombran?
Objeto es cambio, mutación, distancia
del mismo cuerpo en la confiada ronda.
¿Cuál es la imagen máxima que arranca
la división? ¿Una infinita cosa
sin nombre, sin pupila y sin pestaña?
A cambio de ello, una mirada rota.
¿o un hombre fijo en mil espejos de agua?
¡Qué horror para el contrario que lo evoca!
No, no, la vida es ancha,
gracias a dios, porque el Gran Dios se agota.
 
 

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