Siempre te encuentro, oigo tu voz,
en mi hora más secreta, cuando refulgen las gemas del alma.
Vicente Gerbasi
Te
escuché gritar mi nombre.
Giré
mi torso
pero solo vi a la muchedumbre caminando
por los pasillos de Parque Aragua.
Lánguidos
con la piel pegada a los huesos
con la sangre brotando de sus talones
como quien va sin Dios
sin norte
sin miedo.
Juraría
que te escuché.
Ahora
me pregunto si querías
orar un último
padrenuestro.
Correría
hacia ti de inmediato
para fundirme en tu pecho
dejar de ser materia.
Aún
escucho tu voz gritando mi nombre
aún te espero bajo el techo de mi casa de piedras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario