lunes, 30 de diciembre de 2024

NATALIE DIAZ

 

 


Por qué no hablo de flores cuando las conversaciones con mi hermano llegan a silencios incómodos

 

 

Perdónenme, guerras distantes, por traer

flores a casa.

             Wislawa Szmborska

 

 

En las montañas de Cachemira,

mi hermano tiroteó a muchos hombres,

hizo estallar cráneos en pieles morenas,

tiñó de carmesí la blanca arena del desierto.

 

¿Qué se puede decir a un hombre

que ha recorrido un mundo así,

cuyas manos y cuyos ojos

lo han traicionado?

 

¿Había flores por allá?  Pregunté

 

Esta fue su respuesta:

 

En una aldea, una turba de hombres

envolvió a una mujer en sábanas.

La mujer no se resistió.

Sus pies descalzos se arrastraban en el polvo.

 

La acostaron sobre el camino

y la apedrearon.

 

El primer hombre era su padre.

Lanzó dos piedras, una tras otra.

En el camino, el hermano de la mujer

le había llenado los bolsillos de piedras.

 

La multitud era un enjambre

de abejas trastornadas. La andanada

de piedras contra su cuerpo

ahogó sus gemidos.

 

La sangre estalló en las sábanas

como un racimo de violetas,

como cien rosas en flor.

 

Versión de Francisco Larios

 

 

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