lunes, 30 de diciembre de 2024

NILTON SANTIAGO

 

 


 

El hábito del monje

 



El poema, en los márgenes, cierne palabras

hasta que encuentra esas que dicen.

Ni siquiera le hace falta pronunciarlas, mencionarlas.

 

¿Dijo «bola de fuego» o «haz de luz»

el primer sapiens que vio un cometa?

 

Seguro pensó palabras,

las cernió en esa red que llamamos conciencia,

tal vez balbuceo algo parecido a la palabra «cometa».

Nunca lo sabremos.

 

Las últimas palabras que me dijo mi padre

fueron «papá».

Sonreía, como una lluvia débil.

 

Podría haberme llamado por mi nombre,

por esa palabra que me identifica,

pero no lo hizo.

 

El primer sapiens que vio un cometa

quizá estaba al borde de un rio, bebiendo,

viendo su cara homínida sobre el agua

creyendo que sería eterno,

hasta que vio el cometa al verse.

 

¿El poema es el agua que se lleva el reflejo

de lo que creemos que somos?

 

Así como el hábito no hace al monje,

el hijo no hace al padre

hasta que él nos llama por su nombre.

 

 

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