Destierro
Están
vacíos por dentro,
los
santos temen la niñez
y el
fulgor de la dicha,
roban
a los fieles y atan
banderas
al cuello de la lluvia.
El
frío les deja indiferentes,
no
acerques tu lengua a su cruz,
no
malgastes el agua en su frente.
Sobre
un manto de claveles
bostezan
sangre, empañan
el
azul en las cumbres y el gris
que
destilan las flores secas.
Entran
en la fe como quien taladra
la
pared del vecino y no se disculpa,
salen
de la fe como un derviche estático.
A
las puertas del infierno esperan,
desterrados
del mar ahogan sus ansias.
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