Fin
¿Fue
todo realidad? ¿Es hora de paseos?
Es mejor dormir eternamente, dormir, dormir,
y no ver sueño alguno.
Otra
vez la calle. Otra vez la cortina de tul.
Otra vez, cada noche, la estepa, el almiar, los lamentos,
ahora, y en adelante.
Las
hojas en septiembre, con asma en cada átomo,
ven en sueños silencios y sombras. De pronto despierta el verbel
la carrera de un perro.
Espera
que se tiendan. De pronto aparece un gigante,
y otro. Unos pasos. «Aquí hay un tornillo».
Un silbido y una voz: «¡Espera!»
¡Si
él, literalmente, hundía, desmoronaba el camino
con nuestro paso! El hasta el suelo
torturaba contigo.
Otoño.
Baja un abalorio de amarillo azulado.
¡Ay, como tú, podredumbre, he de morir!
¡Qué cansado de vivir estoy!
¡Oh!
A destiempo la noche nos inciensa con las maniobras
de las locomotoras; cuando llueve cada hoja se quiere
marchar a la estepa, como aquéllas.
!Las
ventanas me hacen escenas. ¡Pero es en vano!
La puerta salta de los goznes cuando el hielo
le besa los codos.
Preséntame
a alguno de los ahítos,
como ellos, por la cosecha de los campos del sur,
solares y herrumbre.
¡Pero
con la dentera, el pasmo, los terrones
en la garganta, con la tristeza de tantas palabras
te cansas de tener amistad!
Traducción
de César Astor
No hay comentarios:
Publicar un comentario