El regreso
Regresar
de los viajes
con
la urgencia de quien ha conocido
la
única moneda de la muerte,
contemplar
los libros regados en el piso,
rastrear
y limpiar los discos y los afiches de antiguos festivales.
Sacudir
los muebles
y
saludar de mala gana a los vecinos que no nos han extrañado,
abrir
la revista que quedó inconclusa en la mesa de noche
y
saber que otro amor la releyó.
Regresar
de los viajes
y
acomodar los souvenires y las
postales en un lugar
que
no ha sido preparado para ellos.
Reacomodarse
y organizar la pobreza en las gavetas,
Y
trastearse como el amor, siempre de afán.
Se
ha cambiado tantas veces de casa, de gustos, y de vida
que
ya se aprende a respetar a los viejos inquilinos.
Ante
el cansancio hacerse un lugar entre la gente,
saber
que se estorba, que solo ebrios nos quieren los amigos.
La
vida cierra las persianas
Y
uno no se encuentra con su cuerpo,
acostarse
a contar las nuevas cicatrices,
desayunar
con la nostalgia de los rostros dejados
y en
soledad saber que somos algo incompleto a la deriva,
una
larga temporada baja a la que siempre se retorna
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