Dos
Llueve
del
techo se descuelgan
gota
a gota retazos del insomnio
se
van empapando el piso y la hora once.
Mi
ángel guardián
sacude
sus plumas enfadado,
derrama
la tinta y la impaciencia,
lo
arrojo
tres
palmos más allá de la ventana;
busca
refugio
escupe
unas palabras sucias.
Las
manecillas
se
vuelven una sola
en
el punto más alto de la esfera
De:
“Números Negros”
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