El sicario Joe
Usa
la navaja de su padre
la oxidada biblia debajo de la faja
él aprendió en la infancia
cómo cortarle el hambre a los peces dormidos de sus manos
lo hizo de un tajo siempre
cuando la úlcera apretaba al ombligo náufrago de la noche
los dientes cariados esparcían algún roído poema en el aire
el apretón de la puerta al encerrar al silencio
a lo sumo
al llanto
el sicario Joe
apenas sabe leer
sabe nada más el peso del alfabeto cuando mata
las letras de cada nombre en las estrías de la navaja
apenas puede medirle la sonrisa a sus huesos
el ecuador a una bala susurrándole a cada víctima
la nostalgia de los inviernos
el sicario Joe
apenas recuerda cómo oler pegamento
para dejar de comerse la uñas
lo difícil que es vivir a los quince años
con la suela confesora de la última escaramuza
apenas recuerda el olor del humo de la cocina
la última huella de su madre
esa disecada niebla
que en prisión camina más lento en los espejos.
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