Testigo
es el agua
Testigo
es el agua
de que me gustan las frutas
después del baño,
después de abrasar las espumas de su fuente,
después de oír la risa de los muertos
que reclaman la siesta
en el florido descanso de los árboles.
Orino en el bosque cuando lloran las piedras.
Testigo es el agua
de que ustedes son los infieles
los buscadores de juventud
a los que les gusta jugar sucio
―culebras, autonombrados genios―.
En fin, los dejo.
No sé nada de intrigas.
Nos vemos. Chao. Nos vemos.
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