Aquella
tarde
Aquella
tarde mojada de naranjas
en
mi mano sorprendida
escribiste
un beso
revelaste
en un candil de chocolate
las
estrellas de Neruda
mi
luna y mis mieles sin edad.
Entonces
recorrimos
los significados, los pasados
tu
vida, mis luciérnagas y los ojos que mordían;
pero
todo se oculta bajo las sillas blancas;
tu
camisa de cuadros azules
tu
guitarra.
Hoy,
no has traido las orquídeas
ni
las rosas para vestir la tarde prometida
los
azares derretidos entre la lluvia
eligieron
escaparse con los grillos
a
inventar otros violines
y
fabricar otra tarde con naranjas.
"Ensayo", 28 de
octubre de 1984
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