miércoles, 15 de mayo de 2013

ALFREDO ROBERT






La vía láctea



No es un camino lechoso,
como la imaginaron
     -en la prehistoria-  los antiguos.

La vía láctea es un jirón
          de esperma derramado.
Una blanca eyaculación de Dios
sobre el terciopelo de la noche.

                     Pétreos planetas
sin colas de ajolotes
  (a excepción de los cometas)
viajan como espermatozoides
           en busca de la vida.

                    Y el lechoso manchón
          -sigue allí-
ocultando sus verdaderos secretos
          a la ciencia.
Óvulos terribles del espacio infinito
           aguardan a los viajeros
para succionarlos a lo desconocido.


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