Cuando
duermo…
Cuando
duermo —lejos—, cuando la carne
no es más que una costra débil de niebla
sobre los endebles huesos,
y atrás de los dientes enmudece
contra el paladar la lengua, temblando;
no es más que una costra débil de niebla
sobre los endebles huesos,
y atrás de los dientes enmudece
contra el paladar la lengua, temblando;
cuando
todo es blando y sin forma, espeso
—tal como si el sueño viniera
por los secretísimos caminos
que ha de recorrer la muerte algún día—,
siento que me llamas, y en tu boca
llega la canción que cantaste a oscuras
una vez, delante de mí.
—tal como si el sueño viniera
por los secretísimos caminos
que ha de recorrer la muerte algún día—,
siento que me llamas, y en tu boca
llega la canción que cantaste a oscuras
una vez, delante de mí.
Cantabas.
Y
yo que te escucho paso en silencio.
Lloro encadenado al sueño triste
como al pie del mástil solo de un barco.
Lloro encadenado al sueño triste
como al pie del mástil solo de un barco.
Imágenes, 1953
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