viernes, 13 de septiembre de 2013

RAMÓN LÓPEZ VELARDE




Tenías un rebozo de seda



Tenías un rebozo en que lo blanco
iba sobre lo gris con gentileza,
para ser a los ojos que te amaban
un festejo de miel en la maleza.

Del rebozo en la seda me anegaba
con fe, como en un golfo intenso y puro,
a oler abiertas rosas del presente
y herméticos botones del futuro.

En abono de mi sinceridad,
séame permitido un alegato:
Entonces era yo seminarista
sin Baudelaire sin rima y sin olfato;

¿guardas flor del terruño aquel rebozo
de maleza y de nieve, en cuya seda
me dormí, aspirando la quintaesencia
de tu espalda leve?


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