sábado, 2 de noviembre de 2013

CHARO GUERRA





La mano…


La mano
acariciando a la otra mano. Detenida en el límite. Avisada por sí misma.

La mano escudándose en la voz que sobreentiende. Alianza de la voz que se distrae. Conversaciones que fragmentan la sustancia de dos cuerpos en apariencia íntegros.

¿Cuánto puede demorar una mano en otra mano, sin que esta comience a sospechar de la textura que le entrega, absorta en otra piel como en un acertijo?

Risa cómplice del mínimo delito. Levísimo y vibrante roce que sobrepasa lo sensato.

Ataduras casuales, amor táctil, improbable, irreal. Sucesos inocentes de la proximidad. 

Dato inútil –público– que nadie irá a reconstruir más que las manos luego.

Vacías, en el acto de repetir el gesto. A solas. Intenso sensual que multiplica esos espacios fulgurantes, inasibles en la sustancia de otro cuerpo.



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