domingo, 3 de noviembre de 2013

FINA GARCÍA MARRUZ





Buñuelos de Noviembre



Al regreso del taller de Subtiava, alguien propone
ir a comer buñuelos. Se venden por el dos de noviembre,
Día de los Difuntos. Entramos a un pasadizo
donde hay grandes calderos en que se sancocha la yuca,
y piedras para moler el maíz: huele a comida indígena.
En los muros, un pintor primitivo ha pintado un elefante.
Un joven en camiseta, tipo aindiado
de guerrillero de montaña, cose, en una Singer, a la poca luz
de un bombillo amarillento. Jóvenes de vestidito único, sirven.
Una vieja sufrida sonríe mientras cuida
de sacar la yuca recién lavada en pedazos de un calderón.
Parece comida para un ejército.
Julio y Claribel prueban con delicia el plato rústico
y se llevan buñuelos en los huacales.
Nosotros pensamos en que hay que cuidar
estos sabores de pueblo, que no desaparezca esta cocina.
Que la cuiden, como a la cultura popular que ella es,
a estos sabores patrios, también hay que defenderlos,
cada región tiene los suyos, como tiene su propia lengua,
que cuiden al pinol o al pinolillo, al maíz tostado, a la bebida de maíz,
al tiste, de cacao y maíz, a las tortillas y quesillos,
al vigorón, al bajo, al guapote con miel, al indio viejo,
a los nacatamales y al rondón con leche de coco.
Que no dejen que nadie usurpe, con sabores extranjeros e iguales,
la patria dulce y cálida de estos buñuelos de Noviembre.




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