jueves, 2 de enero de 2014

JUAN ANDRÉS CARDOZO



Libertad



Dinamita que debieras volar murallas;
enigma siempre royendo carne;
por ti
la sombra es hogar.

El cielo,
techo abierto a la mirada
donde vuelan alas pensativas; 
ideales cubiertos de tierra;
hombres envueltos de palabras,
huérfanos,
en la lucha contra la muerte,
de tu nombre.
El barro
en incesantes llamas desatadas
quema tu vida libertad.

No eres más que cenizas
recorriendo las almas.
¡Lágrimas humedeciendo el mundo!
¡Cuántas vidas apuñalaste!

Sin embargo,
tú a nadie dejaste sin vida.
Ellos te dejaron sin sangre.
¿Quienes?
Los eternos...

(Pero aún la oscuridad
está herida de luz
y hay corazones apuntando,
como bayonetas,
hacia el vértice)


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