Carta
Recuerda
amado cuando nos conocimos
bajo
la gran sombra del Palazzo Corvais, frente
al
gris remolino de la via del Corso; recuérdalo.
Recuerda
cuando música, pantera, amante, dueña del amor,
yo
clavaba mi ojo en el tuyo
y
no había pie entre nosotros de distancia.
Recuerda
las idas y las venidas, las vueltas y revueltas,
y
el amor subiendo y bajando. Y nada más
(cuando
yo era para ti,
como
aquella lejana dulce muchacha de Brest).
Recuerda
de todo esto. De todo eso que se quedó
aquella
mañana en la cruel terminal de Reggio,
la
dulce marejada que nos llevaba,
la
que nos traía,
el
agua mansa,
el
Líbrame Dios.
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