Nunca has salido tampoco.
Más bien parece que una música vive encerrada en las orejas
y no dices oídos porque a machetazos
se han instalado los acordes de tu carne,
fieros acordes que suenan más o menos así:
ciudades
estacionadas con enloquecidas niñas desatadas por las calles
con enloquecidas niñas interrogando a las estatuas de la entrada
por la permanencia de cada segundo,
la satisfactoria permanencia sobre la piel de cada segundo
y así interrogadas responden así las esfinges:
con enloquecidas niñas interrogando a las estatuas de la entrada
por la permanencia de cada segundo,
la satisfactoria permanencia sobre la piel de cada segundo
y así interrogadas responden así las esfinges:
"Del
Padre sólo se aprende con su caída
no lo anuncian heraldos ni lentejuelas
al Padre se llega de golpe y porrazo
puesta la sed en la boca de los Hombres"
no lo anuncian heraldos ni lentejuelas
al Padre se llega de golpe y porrazo
puesta la sed en la boca de los Hombres"
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