A cada uno su regreso
oyes noche los pumas bramar para no decir la palabra inocente la última vez de
los muertos
hasta aquí la mar nos ha traído varados y está lo suficientemente tierra
abonada de nadie y alguien que sabes nunca abandonaste silba el silencio de las
cosas al fondo deshechas del instinto
todo recuerda a todo como debe ser la muchacha se inclina escuchar el latido
pequeño de sus hijas dormidas el viento cede a las cumbreras algo más que un
manto con dados juega una diosa encendida su obsesión creo por los ventanales
inmensos mirando los manzanos como lo haces también a veces del sur pensando en
las preguntas que tampoco te respondieron esos años afuera
la casa tiene sus rutas te esperábamos labios hay para el súbito odre
pumas hijo mío nochebramar a lo lejos oigo en un país como éste y quisiera
dormir de veras adormecido por los apacibles pumas una y otra vez la noche se
llama y no se llama así y qué sabe uno hijo qué sabe uno
muéstrame el grabado de Durero sobre la mesa relatando los rostros de 1511 y
sus nerviosas figuras así me sueño la cara hace años esas líneas siquiera
devolviendo un poco al adentro lo que sea de resurrección
incesantes hay que entonces acribillar a la nada
escuchar levemente a los pumas en su adormecer nochebramido.
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