martes, 15 de julio de 2014

EDGARDO LÓPEZ FERRER


 

Solo está el hombre...


 

Solo
está el hombre
con su dolor a cuestas;
desvelado
en su sombra diaria.
Un dios ahogado
le corre por las venas
como una herida vieja.
Cargado
de silencio
cruza por el mundo
con su triste equipaje;
encadenado
va por calles
de miseria.
Busca
en su corazón
una mirada,
una palabra,
tierna o dura
que le diga
que humanamente existe.

Inútilmente busca.
Sus brazos
no detienen ya
la nada.
La soledad
ama a su pecho
que habita ferozmente.
La muerte
no necesita tiempo
para crearse.

 

 

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