IV
Los
órdenes de libros guardan fieles
en la
alta noche el sitio prefijado.El último volumen ha ocupado
el hueco que dejó en los anaqueles.
Nadie
en la vasta casa. Ni siquiera
el
eco de una luz en los cristalesni desde la penumbra los casuales
pasos de vaga gente por la acera.
Y sin
embargo hay algo que atraviesa
lo
sólido, el metal, las galerías,las firmes cosas, las alegorías
el
invisible tiempo que no cesa,
que
no cesa y que apenas deja huellas.Ese alto río roe las estrellas.
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