Distracción
alegórica
La
gata descansa inerte en el patio
junto
a la sombra de la parra,
ya no
a conciencia bajo su protección estival;
el
pelaje, aún blanco y amarillo único,
se
confunde ahora con el amarillo diverso
de
los gusanos en el agujero de su vientre.
Dos
veces la vi jugando con su presa
(medianos
ratones de negro pelaje,
negro
destino); lúdica siempre,
ya
que nunca le faltó alimento servido:
en el
despacho de carne
siempre
fuimos generosos con ella.
Su
cadera se descompuso en otoño,
ya le
costaba desplazarse,
le
costaba defecar.
No
fue un abandono
sino
una distracción.
¿Cuál?
[Escribí este poema una tarde, en 2012,
luego de hallar muerta en el patio de casa a una gata blanca y amarilla
que tenía mi padre]
Este poema
pertenece al libro “Arrebatos del Epígrafo”
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