martes, 18 de octubre de 2016

ÁNGEL DÍAZ




Panflejo



Es cierto,
se les olvidó conjugar el tiempo en futuro
y nos convertimos en los herederos de todo su derrumbe,
quisimos levantar sus casas demolidas
y apenas teníamos alambre
madera
y barro.

Una serie de infinitivos
y palabras que surgían de la tierra
tan fértil
como inexplorada.

Intentamos construir a través de sus ojos gastados,
empezamos a amar el acto poético,
descubrimos la lejanía de la inmediatez,
nos alejamos del aplauso y su claridad
donde morsas descalifican el verso que tropieza libre.

¡Porque hablamos con el corazón en la boca
y la lengua la tenemos rasurada!

El suspiro es nuestra primera canción,
así enumeramos todos los vocablos,
repetimos los pasos sin saberlo,
llamamos al tiempo
y a las cosas por su nombre.

Primero el gemido,
después la cáscara,
ahora la luz.

Es momento de dejar los trémulos,
discernir no es opción,
dejen de creer que estamos compartiendo tertulias con cervezas.

Nosotros somos el viento,
somos los ríos,
el aire,
el hexámetro,
la diacrítica oralizada,
la palabra.

No la amalgama de la estúpida academia,
llenas de pláticas onomatopéyicas
donde los ritos y los ripios son temas recurrentes.

Aferrémonos a la posibilidad de lo imposible,
de lo impensable,
de lo incapaz.

¡Señores!

¡Nosotros somos los poetas
nuestra poesía es para el mundo!

para la piedra,
para el borracho en delirio,
para el amor absurdo.

Así elegimos este camino
debemos cumplir con nuestro papel
el futuro nos espera.

El acento que no explote en la vagina
o arda dentro de los huevos
no vale la pena pronunciarlo.

Y si nos señalan porque no tenemos pa´ tragar
les diremos que cenamos gallo

La voluntad nos aferra
Se trata de

R
e
t
r
a
t
a
r
L
a
r
e
a
l
i
d
a
d
Es cierto,
se les olvidó conjurar el tiempo en futuro
pero en sus ruinas dejaron el rugido y la furia del destierro,
el cacareo del gallo
y la luz envuelta en sal.

Entonces sus cenizas se esparcieron
iluminando un camino
que parecía perdido entre los escombros,
convirtiéndonos en sus herederos
de todo lo que un día ustedes
habían pronunciado.



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