El columpio
a Cintia
Las cadenas
(de un naranja chillón,
aparatoso)
no palpitaban ya,
ya no gemían.
Ni un vaivén,
ni una mano
(generosa y amiga)
que le hiciese avanzar
(un instante,
un segundo tan sólo),
retroceder,
abanicar el aire
(siempre distinto,
siempre perpetuamente
renovado).
(de un naranja chillón,
aparatoso)
no palpitaban ya,
ya no gemían.
Ni un vaivén,
ni una mano
(generosa y amiga)
que le hiciese avanzar
(un instante,
un segundo tan sólo),
retroceder,
abanicar el aire
(siempre distinto,
siempre perpetuamente
renovado).
De: Aventura del
miedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario