martes, 18 de julio de 2017

MARIEL M. DAMIÁN

  


Reflejos



De las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse,
está el concentrarme en tus ojos
y descubrir la inocencia vestida de niña
hurgando en los escombros de tu conciencia
para buscar a tientas y en un rincón de tu pecho
las piezas del Lego de tu infancia.

Es el tiempo el que no pesa
y en el fondo de tus ojos eres Yo misma.

Ahí están los monstruos del armario y
las hormigas que anidan bajo la cama.
Ahí el mar que se hace llanto y
el grito del mundo que contienes en tu boca.

De las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse
está el mirar de cerca tus ojos
y encontrarme – a veces – minimizada
entre la córnea vidriosa del cielo
y la sangre tibia de los párpados.

La pequeña imagen de mi cuerpo
se hunde en el color de tus pupilas
y se asoma de vez en cuando al vacío
para saludar al reflejo que soy
cuando estás conmigo.




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