Reflejos
De
las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse,
está
el concentrarme en tus ojos
y
descubrir la inocencia vestida de niña
hurgando
en los escombros de tu conciencia
para
buscar a tientas y en un rincón de tu pecho
las
piezas del Lego de tu infancia.
Es el
tiempo el que no pesa
y en
el fondo de tus ojos eres Yo misma.
Ahí
están los monstruos del armario y
las
hormigas que anidan bajo la cama.
Ahí
el mar que se hace llanto y
el
grito del mundo que contienes en tu boca.
De
las mil maneras que hay para hacer el amor sin tocarse
está
el mirar de cerca tus ojos
y
encontrarme – a veces – minimizada
entre
la córnea vidriosa del cielo
y la
sangre tibia de los párpados.
La
pequeña imagen de mi cuerpo
se
hunde en el color de tus pupilas
y se
asoma de vez en cuando al vacío
para
saludar al reflejo que soy
cuando
estás conmigo.
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