martes, 18 de julio de 2017

RAFAEL CANSINOS ASSENS




Vav 



     La noche tiene espejos profundos y opacos, en los cuales se refleja la verdad como
en un pozo.
     Espejos diáfanos, claros y opacos, a la manera de los valles, en los cuales el más pequeño detalle resalta ante los ojos
y que tienen la inexorable serenidad de la conciencia.
     Espejos claros y tranquilos, semejantes a las lunas que descubren los guijarros del sendero;
y ante los cuales el hombre libertino puede contar todas sus arrugas y la mujer impura todas
sus manchas.
     Espejos lúcidos y diáfanos, en cuyo fondo cárdeno se reflejan frentes pálidas, mejillas descarnadas y ojos verticales
como abismos.
     Espejos de reproches y de remordimientos, cuyos cristales se empañan de suspiros y que son como lunas veladas,
bajo el hálito frío de los infortunados.
 

De "El candelabro de los siete brazos"


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