Silencio y perdón
Los
lunes huyen
con su
silencio incrustado en la carne
como si
importara más el miedo que el perdón
La
cicatriz que deja la convalecencia
que el
pájaro enarbolado en su propia desgracia
y
pintado con los desánimos con los que se consume el tiempo
ese
héroe que inaugura la vida con los primeros pasos
con los
primeros cielos que en verdad son mares
y la
tierra con su primer latir en la penumbra.
Los
lunes son mendigos hambrientos
que se
ponen a implorar desde las siete
en la
plaza donde apenas cabe una raquítica lluvia
y uno
que otro desquerer en la piedra de las recordaciones.
Un día
menos y el domingo mostrará sus llagas
de
tanto ser solo perdón debajo de todas nuestras culpas
y de
mirar sus remordimientos de arriba a bajo
como
diciendo: “desnudo vine denudo me iré”
sin
volver la vista y con su único dolor por delante.
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