domingo, 26 de noviembre de 2017

FRANCISCO CATALANO




Apoyé mi mano a un hueco
y el hueco me sostuvo:
no hay nada más duro que un vacío

yo no intentaba llenar nada
ni expandir la nada que ya había
mucho menos conquistar o barajar
una ausencia antologable

yo sólo me apoyaba, tan así
que aun palpita en mi palma lo inasible
como el ruido de un río que no veo

ahora todo lo que toco es vacío,
la piel de mi mano es la del hueco
y ya no tomo lo que tomo de las cosas
sino lo que no tomo, sus espaldas

¿será la espalda de la espalda este poema?


Del: “Libro 3”



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