Antropología
Reconozco
nuestra edad
en las
aristas de las piedras.
Ahí
donde la furia de río
talló
la punta de la lanza o el
áspero
filo del hacha que bajo
el
reflejo de la llama dio muerte
a la
fiera.
Reconozco
ese zumbido de plumas
con él
se fueron nuestros primeros
anhelos.
Soñábamos con destronar
a los
dioses atrapados en sus torres azules.
Reconozco
los ocasos clavando sus rayos
sobre
el lomo de briosos potros de espuma.
Con
ellos iban y venían el eco de los truenos,
las
canciones del arrabal, las muchachas con
el
corazón palpitando entre sus manos, después
de
abandonar el arca de los cisnes desplumados.
Reconozco
que cierro los ojos.
Que
apenas logro distinguir un puntito oscuro
en la
perspectiva que minuto a minuto es más profunda,
más
distante como un túnel.
Sostengo
tu manita entre mis dedos.
Llega
el momento de reconocer
que
también para nosotros todo termina.
Colgarán
de museos antropológicos
nuestros
cráneos, nuestros roídos trajes
y
nuestros corazones enterrados en vasijas.
De: “Nuestras casa crece entre sus muros” (poemario
inédito).
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