miércoles, 11 de julio de 2018

ERNESTINA YÉPIZ





Copulación mayúscula



La primavera en mi patio se ha instaurado:
Los pájaros baten alas, cantan, se persiguen, se encuentran.
El paisaje se viste de música y color.
La abeja reina  —esa fértil y prolífera matrona—
despliega en el aire su vuelo nupcial.
Pero no, no son los pajarillos
ni las acrobacias amatorias de la gran soberana
lo que me hace detenerme a escribir estas líneas.
Esta vez escribo  —simplemente escribo—
en nombre de la humilde, minúscula,
laboriosa y solitaria abeja obrera.
La que ha huido de la oscuridad de la colmena
y en un acto de amor supremo —copulación mayúscula—
liba el néctar de los blancos azahares
que cubren las ramas —el cuerpo entero—
de mi majestuoso árbol de naranjas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario