Sobre las aves nacidas en cautiverio
Nos construyeron
jaulas
en
placas de lata escribieron nuestros nombres
con
almuerzos junaeb nos etiquetaron a todos
cada
uno era un código de barra siguiendo una secuencia binaria
nos
ordenaron por sexo, por número, por edad
nadie
nos preguntó si pensábamos volar o si nos gustaba la lluvia
o
cuánto detestábamos los llantos de nuestros hermanos menores
apenas
roto el vientre por el parto
me
situé detrás de sus rodillas
una
trampa de carne y pecas de forma convexa
había
que permanecer callado
llegábamos
a distintos espacios pero el escenario se repetía
las
alas rotas
el
rostro muerto
la caja
vacía de mi pecho
cada
día una herida me fragmentaba más
nos
subimos al auto sin retorno para mirar
cómo se
encendían las calles a nuestro paso
mientras
nos baleábamos en la villa
quemamos
la niñez y la juventud al mismo tiempo en que conocimos el sexo
escondimos
nuestras culpas entre las piernas
cortamos
los hilos con cuchillas
repetimos
la escena:
a
algunos les dimos apellido
a
algunos los quisimos más a que otros
por ese
intento de permanecer
nos
llenamos de gestos triviales simulando afecto:
estábamos
rotos y las jaulas también
quemamos
el volantín de dragon ball un día en el parque de los reyes
para
hacer desaparecer la infancia
y que
las pérdidas se fueran volando
como
los pájaros
para
siempre.
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