miércoles, 18 de julio de 2018

TANIA SALINAS


  


El que come callado se condena



Me abrazabas
y fumabas el vapor de mi inocencia.
Llovía insistentemente
en las carreteras de lata
y el tímpano estaba a punto de explotar.
Jamás me diste tregua,
por eso y sin querer
ahora te empaño
la reputación,
con todo el humo
de las mujeres
exiliadas
en las fábricas
capitalistas del deseo. 


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