jueves, 16 de agosto de 2018

BENJAMÍN VALDIVIA






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En aquel tiempo el tiempo no era el tiempo;
era cualquier otra cosa.

Era un crepitar de aves junto a Guaymas
o era un rumor de música en nuestra memoria.

Era una luz entre el dormir y la almohada,
algún destello entre la noche y el alba
sábana.

Entonces el tiempo era
fugaz mujer de cristal.



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