Rubén
Éste
era el séptimo hijo
de doña
Lupe, hijo
que por
allá de los noventa
no supo
leer ni escribir su nombre,
pero
era
hacendoso en amores
con su
madre, hermanas,
tías, y
uno que otro chico.
Nada
que no se supiera en el barrio,
porque
en la periferia se comparte
más que
el pan cuando a alguien le falta.
Se supo
de sus viajes a la capital,
trabajó
como
enfermero,
partero, cocinero,
le
hacía al trabajo doméstico,
y
vendía fayuca.
Reía
con todos, bailaba y platicaba
como
todos.
Morenito
con su afro colocha
y risa
estrepitosa,
llevaba
en el número siete su mala suerte.
Supimos
todo de él… excepto cómo murió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario