La tierra prometida
De esta
ciudad del Ande,
con
olor a sahumerio y eucalipto,
surgimos Los bíblicos.
Cerca
del fuego,
al lado
de la boca del caimán
donde
las estaciones son postales.
Nos
reunimos todos los días
y
hacemos el amor a los capulíes,
nos
desnudamos frente a la chirimoya de los valles
y
penetramos en la pluma azul de los tucanes.
Hemos
tocado
la
columna vertebral de la luz.
Estamos
lejos del pueblo antiguo
donde
siguen llorando los pastores.
Distante
quedó el mar que estaba muerto.
El Arca
nos dejó por estos lados
donde
no hace frío ni calor,
solo
nacen orquídeas en la selva.
Atrás
habitan los tatarabuelos del mundo.
Los bíblicos de acá,
estamos
sacudiendo las dalmáticas
para
salir a reconocernos,
tomarnos
de las manos dolidas
y dar
una vuelta amarilla
por el
sol equinoccial.
Calentar
la amistad,
sofocar
el recuerdo,
asarle
al olvido.
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