Injusticias
Lo
injusto no son estas paredes,
tan
asquerosamente limpias
de
ventanas,
ni
la blancura estridente
que
las cubre.
No
son los pocos barrotes
que
adornan las cornisas,
ni
este colchón sin resortes
ni
sábanas.
Lo
injusto es esta carne,
esta
piel que me detiene,
esta
espalda incapaz
de
explotar en alas.
Estos
ojos que no miran
más
allá de mis recuerdos
y
este infinito deseo
de
ser árbol, de ser mármol
de
ser viento.
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