Homérica
Pido limosna
por las calles de mi ciudad materna.
Me ha ido bien.
Mi aspecto sin embargo es repugnante.
Las damas perfumadas
hacen sonar el níquel
en mi cubo de lata.
Tengo un ojo brotado
erisipelas
la carne desastrada
ronchas
epilepsia.
Sentado me mantengo
para ahorrar energía.
Pronto iré a otra ciudad
y luego a otra.
Hasta caer en trozos
con el bolsillo en plata satisfecho
y un puñado de llagas
o poemas
devorándome.
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