Las 12:00 en
Malinalco
Subimos a las 12 a Malinalco.
El sol partía la extensión del cielo
y el aire se estrellaba en los sombreros;
el auto ardía en un calor pesado.
Tomamos la escalera rumbo al centro
de la pálida mole del peñasco…
las chicharras soplaban en los plátanos
inflando con su ruido un agujero.
En la carrera rápida hacia arriba
entre las carcajadas y empujones
vimos de pronto aparecer el túmulo
del blanco templo como una barriga
de piedra en la humedad de los colores.
La sangre nos golpeaba con su impulso.
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