Todo me ha sido arrebatado
Todo
me ha sido arrebatado: el amor y la fuerza.
Mi
cuerpo, precipitado dentro de una ciudad que detesto,
no
se alegra ni con el sol. Siento que mi sangre
congelada
está.
Burlada
estoy por el ánimo de la Musa
que
me observa y nada dice,
descansando
su cabeza de oscuros rizos,
exhausta,
sobre mi pecho.
Sólo
la Conciencia, más terrible cada día,
enfurecida,
exige cuantioso tributo.
Y
para responder, me cubro el rostro con las manos,
porque
he agotado mis lágrimas y mis excusas.
(Sebastopol,
octubre de 1916)
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